miércoles, 30 de marzo de 2016

Por mis obras no me salvó sino por su propósito.

 Proclamando el Evangelio de la Gracia Dios


Hch. 20:24 Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios. 


A.- La salvación inmerecida
  •       El hombre está muerto espiritualmente. No es capaz de recibirlo. Col. 2:13; Jn. 6:44; 10:26.
Col 1:21  Y a vosotros también,  que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente,  haciendo malas obras,  ahora os ha reconciliado.
  •       El hombre está completamente corrompido es indigno. No puede merecer la salvación. Ro. 3:9-18; Gal. 5:4; Ro. 9:31-32; 11:6.


Jer 13:23   ¿Mudará el etíope su piel,  y el leopardo sus manchas?  Así también,   ¿podréis vosotros hacer bien,  estando habituados a hacer mal?

B.- La Salvación – El Favor


  • 1.    Dios en sí mismo desea salvar. Ef. 1:9; 2:4.
  • 2.    Dios nos escogió por causa de sus propias razones. Ef. 1:4-5; Ex.
    33:19.
2Ti 1:9  quien nos salvó y llamó con llamamiento santo,  no conforme a nuestras obras,  sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
  • 3.    Dios pago nuestra deuda. Col. 2:13-15; Ro. 3:21-28


Rom 5:10  Porque si siendo enemigos,  fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,  mucho más,  estando reconciliados,  seremos salvos por su vida.
  • 4.    Dios nos hace vivir y nos da la fe.  Hch. 13:48.
  • 5.    Dios nos hace santos y nos preserva en santidad. 2Ts. 2:13-14; 1Pe. 5:10. 
  •  Flp 1:6  estando persuadido de esto,  que el que comenzó en vosotros la buena obra,  la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

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