Los
buenos al infierno y los pecadores al Reino de los cielos
Luc 15:7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente,
que por noventa y nueve justos
que no necesitan de arrepentimiento.
Si
reconozco que soy un pecador y me arrepiento de mis pecados, puedo recibir el
perdón y las puertas del Reino de los Cielos se me abrirán para entrar, como
indica el versículo en mención que solo uno pudo ser salvo, pero los 99 que se
creían justos (buenos) no se arrepintieron cayeron en condenación y se les abrió
la puerta del infierno.
Jua 3:18 El que en él cree, no
es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios.
Consideramos la siguiente Escritura:
Parábola del fariseo
y el publicano
9 A unos que confiaban en sí mismos como
justos, y menospreciaban a los
otros, dijo también esta parábola:
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(Traducción
de Juan Mateo y Luis Alonso) 9 A algunos que, pensando estar a bien con Dios, se sentían seguros de sí y despreciaban a los demás, les dirigió esta parábola:
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11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. soy como los otros
hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano.
13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el
pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
14 Os
digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
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(Traducción
de Fernando Arcas y Alonso Fernández) 14 Os digo que este publicano
volvió a casa con sus pecados perdonados; pero el fariseo no. Porque todo el que pretenda ser superior a los
demás, será humillado; pero el que a sí mismo se humille, ése será ensalzado.
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(RV60) Luc 18: 9-14
Analicemos:
1. El fariseo: pensaba que era bueno porque no era ladrón, injusto,
adúltero, etc. Sino más bien ayunaba, diezmaba y no tenia de que arrepentirse.
2. El publicano: sabía que era
pecador, indigno de Dios, ni los ojos podría levantar al cielo y decía: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Conclusión:
1. El publicano busco a Dios, imploro, se arrepentió de sus pecados, y fue perdonado, recibió la purificación de sus maldades, se le abrió la puerta del Reino
de los Cielos. ¡Aleluya! fue salvo por la eternidad.
Mat 23:26 ¡Fariseo
ciego! …
33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del
infierno?
Mat 23:26, 33
El Señor nos enseña que mientras una persona confía en su propia justicia o en sus propias acciones bondadosas, se considerará una persona buena y nunca reconocerá la maldad de su corazón, por lo tanto su necesidad de arrepentimiento no vendrá. Por el contrario el hombre que sabe que es malo de corazón está consiente que necesita el perdón, porque sabe que es indigno ante un Dios que es Santo.
Es buena la reflexión de la Palabra de Dios. Que nos hace reflexionar los buenos al infierno y los pecadores arrepentidos al Reino de los Cielos
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